A Christophe Rolland le
aterroriza el fondo del mar. Una vez, buceando en el borde de una playa de una
isla volcánica, se topó con el abismo de pronto y casi muere instantáneamente.
Claro que siempre se muere instantáneamente. Y nunca por mirar al abismo.
El cineasta de cabecera
de Christophe Rolland es Sidney Lumet, un hombre abismal, sin duda. Además, a
Rolland le gustan los barcos, los submarinos, los batiscafos y las fotos de
calamares gigantes. Es para pensar que, en esta zona, todos están enganchados a
una suerte de placer atizado por sus propios miedos. Los miedos paralizan y lo
dejan a uno en la comodidad intrauterina.
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