martes, 24 de enero de 2012

Zona de confort. Simon Copperland

Simon Copperland piensa a menudo en su abuela, católica por imperativo histórico. Simon se sigue acordando de algo que siempre le ha inquietado. Su abuela hacía promesas a una virgen y, por muy sorprendentes que parecieran, ella acababa cumpliendo con sus promesas una vez que conseguía la contrapartida. Subir de rodillas a un montículo sobre el que se asienta una pequeña ermita es un sacrificio. También viajar a otro país en peregrinación. En cualquier caso, cosas absolutamente ajenas a la vida de la abuela de Simon Copperland, recluida siempre en su minúsculo universo rural. Y él no es capaz de aprender a tocar la guitarra que mira y ama desde su cama.

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